Mi historia es inversa a lo convencional, allá por los 90 casi 2000, con menos de 16 años ya trabajaba duro, en trabajos duros  y muy lejos de mi familia. Lo hacía para poder cumplir mis sueños que tenía desde los 8 años.

Estudiar, tener una carrera que me permitiera vivir dignamente de lo que amara hacer. Por ese entonces amaba la vida militar, aun sin conocerla bien, deseaba mucho una carrera en cualquier institución militar de alto impacto.

Como todos los que venimos de una familia muy humilde, de una región relegada y casi desconocida para ese entonces como era (Barrancas – Jujuy – Argentina). Tener estudios, ser un profesional era todo un reto…

Un sueño que pocos lograban alcázar sin hacer GRANDES SACRIFICIOS.

Yo los hice y vaya si los hice! a los 8 años me separe temporalmente de la mujer que dio la vida, (mi madre la cual amo profundamente y soy afortunado de tenerla). Me fui de su casa para empezar a perseguir mis sueños, a esa edad aprendí a trabajar para tener solo; un techo y comida, la ropa era un lujo que no podía darme.

Luego de un año para el olvido, regrese con mi madre, pero no por mucho tiempo, a los 12 volvi a partir por voluntad e impulso de ir en busca de esos sueños. Con más fuerzas que antes, llegue más lejos y con cada impulso llegaba más lejos, así a los 14 años llegue a la tierra del sol y el buen vino, Mendoza.

En ese camino recorrido, conocí a mucha gente buenísima que me albergo, me brindo su cariño y me facilitaron oportunidades que yo no desaproveche. Esa gente hoy, tiene mi respeto y agradecimiento eterno, en mi libro autobiográfico, los mencionare a todos.

Y así, volando como una golondrina aun con el  documento de 8 años, un día aterricé en una F150.

Cuando el dueño se dio cuenta que yo era un menor para trabajar, no me rechazó ni reporto. Todo lo contrario; me escuchó, comprendió cuál era mi sueño y me dio una OPORTUNIDAD para empezar a lograrlo. 

El dueño de esa F150, se llamaba Horacio C. Quevedo, socio de (Hijos de Demetrio Juan Quevedo SA) quien después de conocerme, me enseñó a hacer cosas que no necesitaban la fuerza de un hombre pero que sí producían como si los hubiera hecho un hombre. Me enseñó a manejar, primero el histórico (Deutz AX 80), jamás olvidaré el palo que me lleve por delante para no chocar a su camioneta…uff!

Horacio luego se convirtió en mi tutor  y el padre que me dio la vida. Él fue quien me facilitó los medios para que yo terminara la secundaria de forma acelerada y así intentará ingresar cuanto antes a una escuela militar para seguir esa carrera que tanto quería.

Pero las cosas rara vez salen exactamente como lo planeaste o soñaste, salen peor o mejor, depende de cómo análisis un acontecimiento. En mi caso, fue más que peor al principio, el hecho de estar muy cerca de ingresar en unas y a solo 2 puntos en la institución que me hubiera llevado a recorrer el mundo en la Fragata Libertad, fue como perder por penales y hago esta analogía porque, aunque no me guste mucho el fútbol es la adecuada para este relato.

Sentía una gran tristeza, me había sacrificado tanto, estudiando de noche, de madrugada y bajo la luz de una vela, caminado kilómetros, también de noche o madrugada en pleno invierno, para poder alcanzar un autobús que me llevará a la ciudad para mis clases de apoyo.

Pero el Horacio, al verme tan desconsolado, como un gran amigo me llevo a un cafecito y me habló de la vida. Su charla fue simple, pero la enseñanza no solo me permitió reponerme de ese mal momento; forjó mi carácter para siempre.

Fue entonces  cuando  comprendí que: “Perder, es fundamental para Aprender” “La suerte no existe, solo Preparación y Oportunidades” y que; las personas que de verdad te quieren ayudar, no te darán algo sin que te lo hayas ganado.

El jamás me dio nada que no me lo haya ganado antes. Pero; siempre me facilitó los medios para lograrlo, me aconsejo como un padre que hasta ese entonces nunca lo tuve, compartíamos confidencias como amigos. Me enseñó el valor de las cosas y como: TODO EN ESTA VIDA ES UNA SIMPLE ELECCIÓN.

Lamentablemente el ya no está en este mundo pero; su enseñanza y su oportunidad me permitieron alcanzar esos sueños de niño. Claro que desde otra profesión pero con la misma esencia (La Estrategia).

Ahora que ya sabes de dónde vengo, como me prepararé y cuál es mi filosofía, te comparto una premisa básica. ELIJAS LO QUE ELIJAS PARA TU VIDA, ASEGÚRATE DE QUE TE HAGA FELIZ Y TE PERMITA AMAR LO QUE HACES PARA VIVIR “FELIZ” valga la redundancia.